viernes, 1 de diciembre de 2006

George Harrison en La India

En septiembre de 1966 fui a la India (...) Ravi me daba lecciones, y también hizo que uno de sus estudiantes tocara conmigo. Las caderas me estaban matando de tanto estar sentado en el suelo, así que Ravi se trajo a un maestro de yoga para que empezara a enseñarme los ejercicios físicos. Fue una época fantástica. Iba de compras y visitaba los templos. Fuimos a todas partes y acabamos yendo a Cachemira, y nos alojamos en una casa flotante en medio del Himalaya. Era increíble.

Cuando yo despertaba por la mañana, el señor Butt, un hombrecito de Cachemira, nos traía té y galletas, y oía cómo Ravi practicaba en la habitación de al lado. (Después de tomar LSD, no podía dejar de pensar en los yoguis del Himalaya. No sé por qué se me metió esa idea en la cabeza. Hasta entonces nunca había pensado en ellos, pero de pronto ese pensamiento se infiltró en mi conciencia. Era como si alguien me susurrase: «Los yoguis del Himalaya». Eso era parte de la razón por la que fui a la India. Ravi y el sitar eran excusas; aunque fuesen una parte muy importante de ello, en realidad estaba buscando una conexión espiritual).

Ravi tenía un hermano realmente encantador llamado Raju que me dio un montón de libros escritos por hombres sabios, y en uno de ellos, un libro del swami Vivekananda, ponía: «Si hay un Dios debes verlo y si hay un alma debes percibirla, porque de lo contrario más vale no creer. Es mejor ser un ateo confeso que un hipócrita». Habían intentado hacer de mí un católico, pero eso no era para mí. Toda la actitud 'cristiana' (y lo pongo entre comillas porque muchas de las personas que dicen ser cristianas no lo son: no tienen la exclusiva sobre Cristo y no son representativos de lo que El estaba intentando decir) parece estar diciéndote que creas lo que ellos creen en vez de pasar por la experiencia directa (...)

Para mí, ir a la India y leer a alguien que te decía que no puedes creer en nada hasta que hayas tenido la percepción directa de ello —lo que en realidad era obvio—, hizo que pensara: «¡Fantástico! Por fin he encontrado a alguien que sabe lo que se dice». Por eso quería seguir profundizando en todo aquello. Así es como me afectó: leí libros de varios hombres santos, swamis y místicos, y fui de un lado a otro buscándolos e intenté conocer a algunos. En la India puedes verlos (...)

2 comentarios:

catalystxxx dijo...

Sabias palabras de George, recuerdo que dijo algo parecido en el Libro de antología de The Beatles.

catalystxxx dijo...
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